La pesca a caballo
Antiguamente era muy común ver en las playas de Curaquilla pescar a caballo. El abuelo Alfredo Barrales en la época estival hacia esta actividad unas tres veces al mes, o cuando la comunidad lo pedía, ahí se hacía un trabajo colectivo y el producto era “conchabado” (1) por otros insumos. El abuelo el día anterior programaba el trabajo matutino miraba el mar y sacaba sus cuentas, cuantas entradas o lanzadas se iban a ser, según la primera sacada.
A las 9 de la mañana todos estábamos preparados especialmente los que éramos niños. Era obligación que nos sacáramos los zapatos y nuestros pies los restregábamos en el fogón con ceniza, para evitar enfriamiento. Luego nos subíamos a la carreta para irnos a la playa. Entre las 9 y 10 de la mañana el mar estaba en baja, es decir el mar se recogía hacia adentro por lo tanto el caballo podía entrar por más de 2 cuadras y en ese lugar los peces pierden la dirección de las corrientes por lo que están más expuestos. Hay dos horas en el día que se puede tener una pesca exitosa a las 10 de la mañana o a las 3 de la tarde. La baja es muy buena, en la mañana, porque según el abuelo:”… la mamita Luna, chupa parte del agua de la mar y por eso se le ve la cara muy gorda, luego de apoco va dejando caer el agua a la mar……
El caballo se ensillaba con un pellón (2) en el lomo y sobre este se colocaba una montura de madera que en un costado tenía un gancho para sujetar un extremo de la red y el otro extremo iba sujeto a una de las barandas más firmes de la carreta. El jinete se abrigaba bien espacialmente el torso, se colocaba un pantalón no muy grueso y con los pies descalzos.
Jinete y caballo entran de frente al mar arrastrando la red, hasta llegar a un punto donde el caballo toque suelo y aquí el agua llega hasta tapar las rodillas del jinete. Una vez aquí, el jinete vira hacia el lado derecho o siguiendo la dirección de la corriente y hace señas para que la carreta avance lentamente en la misma dirección. Desde la playa hombres y niños nos metíamos al agua a agitar la red para hacer ruido y simular un cardume. Todo este trabajo era lento, muy pausado, y sin meter ruido, para no ahuyentar a los peces. El corcel caminaba en el agua y la carreta rodaba a orilla mar manteniendo el mismo ritmo. Cuando el jinete sentía peso en la red, dirigía el caballo hacia la playa y todos los hombres entraban al mar a tirar la red junto a la carreta la cual era sacada del borde mar.
Ahí recuerdo que nuestro abuelo, siendo un hombre analfabeto nos ordenaba a coger los peces pequeños y…” devolverlos a la mar si no, Dios se enojara con nosotros y no nos da más peces. …”
¡Era una bendición ver tantos peces juntos, congrios, lisas, corvinas, pescadas o merluzas, róbalos, etc.! Algunos mapuches bajaban de los cerros a comprar pescado, quienes lo conchababan por cereales u otras cosas que el abuelo en casa no tenía. Las gaviotas eran las primeras invitadas.
Mientras la gente hacia estos menesteres, el jinete y el caballo corrían bastante por la arena. Mi hermano Manuel le daba unos terrones de azúcar al caballo y él hacia ejercicios para no entumecerse. Alguien colocaba los pescados más bonitos en un canasto y los iba a dejar a casa para que la abuela los preparara. La mayoría de las veces en los días de pesca se comía: pescado frito con papas cocidas, cazuela de pescado y pescado asado en las brasas.
La mayoría de la comunidad al recibir un canasto con peces, retribuía con un almud de trigo u otra legumbre y frutos secos…
1= Trueque o intercambio de cosas materiales.
2= Pieza de montura hecha de cuero de oveja o cordero, que se coloca sobre el lomo del caballo.